
El volcán ecuatoriano que plantó cara al Everest
Para tocar el sol con las manos (o al menos intentarlo) hay que ascender a la cima del volcán ecuatoriano Chimborazo, el punto más lejano al centro de la Tierra y más cercano al astro rey.
El Everest sigue siendo la montaña más alta si se mide sobre el nivel el mar (8.848 metros frente a los 6.268 del Chimborazo). La diferencia se explica por la variación del diámetro del planeta, mucho mayor en el Ecuador, lo que favorece que el volcán ecuatoriano esté más alejado del centro del globo.

En la falda occidental del volcán se encuentran unas ruinas que probablemente pertenecen a un antiguo santuario.
El Chimborazo, situado a 150 kilómetros de Quito, mantuvo el título de ‘montaña más alta’ hasta el siglo XIX, cuando el Everest le arrebató el puesto gracias a nuevas técnicas de medición. Ahora en el siglo XXI el volcán andino vuelve a presumir de altura y gracias al GPS recupera su récord de punto más alejado del centro de la Tierra.
En febrero de este año, con motivo de la Tercera Misión Geodésica francesa y del 280 aniversario de la llegada a Ecuador de la Primera Misión, científicos franceses y ecuatorianos midieron con precisión centimétrica la altura de este coloso de los Andes, confirmando así su récord.

Los pueblos que vivían a los pies de la montaña practicaban sacrificios humanos para asegurar la provisión del agua proveniente de la cumbre.
Simón Bolívar, el libertador de Sudamérica, se inspiró en este volcán para escribir en 1822 su poema más representativo: ‘Mi delirio sobre el Chimborazo’. Fue su única obra escrita con finalidad puramente poética, y en ella se aprecia la impresión que le produjo esta montaña: “arrebatado por la violencia de un espíritu desconocido para mí, que me parecía divino, dejé atrás las huellas de Humboldt, empañando los cristales eternos que circuyen el Chimborazo”.

El calentamiento global ha provocado que desparezca gran parte del hielo y las nieves que cubrían el volcán, dejando a la vista varios de sus glaciares.
Las huellas del barón Alexander Von Humboldt, considerado el padre de la geografía moderna, permanecen metafóricamente grabadas en la falda del volcán. Este naturalista y explorador, “el científico explorador más grande que jamás vivió”, según Darwin, fue de los primeros que trató de ascender a la cima, en 1802, aunque sin éxito, ya que sufrió mal de altura.
Quien consiguió hacer cumbre, ya en 1880, fue el alpinista y explorador inglés Edward Whymper. Hoy el refugio en el que descansan los montañeros antes de la ascensión lleva su nombre. Suele tener más movimiento en diciembre, enero, julio y agosto, ya que son los meses más indicados para hacer cima. Es necesario hacer la ruta con un guía profesional, que conoce la posición y el estado de los glaciares que salpican el camino. La escalada suele durar unas ocho horas y se hace de noche, ya que durante el día los glaciares y la nieve pierden solidez y son más peligrosos.
Cuando empieza a despuntar el sol los escaladores hacen cumbre. En ese amanecer, y tras lograr la hazaña de ascender el volcán, pueden presumir de estar en el punto más alejado del centro de la Tierra y el más cercano al astro Rey. Aunque extendiendo los dedos aún falte mucho para alcanzarlo, será menos que en cualquier otro lugar del planeta.